jueves, 24 de septiembre de 2009

Una playa...

Veo una playa casi desnuda,
apenas las olas rozan con timidez la orilla
y el aire mueve tu pelo con cuidado
posándose sobre tus mejillas.
En la curva de tu espalda
un soneto perfecto
mi mano dibuja tu silueta
y se posa mi cara, semidormida.
Las hojas de algunos árboles lejanos
tocan esa canción que quiso ser poema
y sólo se corta con el ruido de martinete
del agua contra las rocas.
Algunas piedras se mueven, bailan...
con suave oleaje entre tus pies... mojándote sin permiso,
una leve luz asoma por tu alma, reflejando en tu sonrisa.
Un sol perpetuo hace guiñar tus ojos,
cómplices de que la vida, a veces, suene fácil vivirla.
Miras al horizonte, tan cerca, a ras de mano...
otras, tan lejano...
y en ese instante... se para el mundo, ya no gira.
Mi mano coge un puñado de arena
que suelto como si fuera un reloj
sin contar cuánto dura...
tú me miras...
el mundo... ya no gira.
Veo una playa...
y dos almas desnudas,
tu respiración va formando a compás
esas palabras que trago con mi saliva
y te dicen al mirarnos...
con algo tan simple como un beso...
en nuestra playa desnuda.

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