jueves, 11 de junio de 2009

Demasiadas hojas cándidas
Sin ganas de escribir
Rameras modositas,
Vírgenes blasfemas
Entre el cielo y la tierra del porvenir

Dos tintas arrojadas
Desde la mente del corazón,
Nada de encuentros dementes ni despedidas,
Versos sin nombre en las esquinas
De estrofas cansadas antes de combatir.

Ni nombre ni apellido,
Ni con mi mano ni sin tu ombligo,
Ni sin tus ojos, ni con mi abrigo.
Estos versos invidentes no saben dar pasos a ciegas,
Esta vida no quiere buzón para abrir.

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